
Born Nov. 1 , 1974 in Ponce , Puerto Rico . His first art teacher at the early age of 7 was Edmee Tellez (1937), a disciple of famous Spaniard artist Jose Azaustre (1929 ). In 2004 he began studies with Wichie Torres in his atelier in Ponce, expanding his palette of colors. As he began a Master's Degree in Drawing and painting at PUC Univ. of Ponce in 2005. He then later received advice and knowledge from Master Painter and educator Diogenes Ballester in his studio in Ponce. In early 2000, he was represented at Behaim Gallery in NY and later at Galeria Mesa Fine Art in the Dominican Republic. Devoted himself to the portraiture of people since the beginning, making artwork for the state elections comission, Presidencies for the College of Lawyers and the House of the Medic in San Juan. In 2014, in admiration of the vast history of his birthplace, Julian created a painting dedicated to Ponce for the Municipal Legislature Building. This artwork now belongs to his permanent art collection and the public. In 2015 he was chosen to be the representative of the Arts by the government of his native Ponce. His work was also selected to join a unique group of artists for the Collection of the Office of Puerto Rico in the US Congress in Washington DC, among some names like Arnaldo Roche Rabell and Antonio Martorell. In 2023, he was accepted to participate in the Florence Biennale in Italy, one of the main contemporary art exhibitions in the world.
Images you can relate to, are the ones Julian Ruiz offers. An art conceptualized as modern realism in which the artist speaks through his frame of mind as he creates forms and dispenses colors with the ability of movement and rhythm in a natural way in his work. Capturing the internal expression of what he paints . Julian rediscovers himself in every new technique , to experiment with any artistic journey he embarks on . The work of the artist is in exclusives private collections and Different Exhibits in several Museums in Puerto Rico.
Julián Ruiz nació para pintar. La afirmación de tal hecho se apoya en pistas que se van reconociendo en el cuerpo de su obra plástica. Los estudiosos del arte de la pintura reconocen la ruta de un artista por las huellas que va dejando en un camino tan extenso como su capacidad de producción en las etapas de vida. Entre esas pistas asoman características específicas que responden a unos modos de trabajo plástico en el medio de la pintura. En el caso de Julián Ruiz es evidente su dominio inmediato del dibujo bajo las categorías del realismo.
No se trata de imitar la realidad en el caso de Julián. En su proceso hay un interés en la elaboración de una composición que se levanta firme desde una estructura subyacente con un dibujo preciso y un diseño esencial. Julián reviste la estructura de formas con color. Es pintor de temperamento nato intrínseco a ese lenguaje. Desde lo técnico su aplicación de la pintura complementa la estructura del dibujo con acción emotiva. La dinámica creativa es evidente en las marcas que resultan del vigor en la aplicación de color en manchas y trazos. Las huellas de pinceles y brochas entre formas y fondo quedan como evidencia del acto. El retrato, las naturalezas muertas, el paisaje y el cuerpo son las categorías que trabaja el artista. A esas categorías se suma algunos cuadros en los que el pintor construye composiciones que son a manera de fragmentos de narrativas abiertas a la imaginación del espectador.
Otro conjunto dedicado a la pintura de un ayer de mediados del siglo XX le permite despliegues de virtuosismo desde una figuración que alude a la nostalgia y la melancolía. El jibaro puertorriqueño frente a un paisaje de fondo muestra el agotamiento que resulta de una jornada en cultivos y crianzas. Esos cuadros del pasado que Julian se apropia de fotografías documentales se transforman con la ampliación de la escena y el revestimiento cromático. Su gestualidad calculada por la razón, el pintor no se permite la desconexión por arrobamiento, carga la imagen con las tensiones que la mirada traduce a vitalidad.
Julián Ruiz desde la pintura seduce la mirada con la brillantez cromática que resulta de una luminosidad intensa. A Julián lo define el trabajo enérgico y la armonía cromática cálida. Muchas de sus obras interpretan y responden a la ambientación solar tropical de su entorno. Entre el conjunto de trabajos pictóricos se evidencia la preferencia estética de la modernidad caribeña que le ha tocado vivir.
El nombre del artista tiene su origen en el latín. Es designación para un hombre de raíces perennes y que por alguna razón se ubica en el mes de julio, séptimo mes del año. Julián pinta los doce meses del año con la luz de julio. Artista de su momento en pleno siglo XXI; bien responde a los estímulos del caluroso verano con color, que igual limita su esquema tonal a combinaciones análogas o monocromáticas. Trabaja en ese ambiente alusivo a la temporada de tormentas simplificando sus composiciones y recreando el tono sombrío que es otra faceta del trópico antillano.
Al presente su serie de retratos de mujeres hermosas le permiten despliegue del rostro en primer plano que se hace o se deshace desde los bordes entre manchas de colores en diversas direcciones. Remite a la belleza como momento pasajero e instante breve en que la naturaleza y el artificio humano cristalizan una expresión facial que deslumbra. El parecido con fotos de modelos de revistas posiciona estos retratos desde una tendencia pop, o sea revestida del tono de la estética warholiana. Desde ese registro que implica unos referentes del arte de los sesenta y setenta del pasado siglo, Julián Ruiz igual se lanza a una elaboración de retrato y paisaje que le rinde en grande tributo al pintor Miguel Pou.
Que igual explora con otras formas de la pintura. Su dominio formal en el lenguaje de la pintura le permite un fluir vital. En el espacio de los pintores y retratistas puertorriqueños tiene su sitial y en magnifica compañía.
-Humberto Figueroa Torres
Especialista en Artes Plasticas
Curador.
16 de mayo de 2017